Los cuidadores de personas mayores y discapacitadas demuestran sus competencias emocionales.
Sanidad

Competencias Emocionales para Cuidadores de Personas Mayores y Discapacidad

La calidad de atención brindada a una persona mayor está intrínsecamente ligada a las habilidades del cuidador, por lo que el desarrollo de competencias emocionales se vuelve esencial. Estas competencias engloban conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes necesarias para comprender, expresar y regular de manera adecuada los fenómenos emocionales, dividiéndose en competencias personales e interpersonales.

Comprender cuáles son estas competencias emocionales, te va a brindar la oportunidad de poder autoexplorar tus propias oportunidades para estudiar una FP Cuidados Auxiliares Online o FP Cuidados Auxiliares en Barcelona, si prefieres estudiar esto de forma presencial.  

Dentro de las competencias personales, se destaca la conciencia emocional, que implica la habilidad para identificar los propios estados internos, preferencias, recursos e intuiciones, así como la valoración de distintos tipos de emociones y su expresión. La regulación emocional abarca el control de estados, impulsos y recursos internos, gestionando y previniendo el estrés, y expresando las emociones de manera apropiada. La automotivación, otra competencia personal relevante, se refiere a la capacidad de encontrar fuentes que guíen o faciliten la consecución de objetivos personales, junto con la valoración y regulación del esfuerzo necesario para alcanzarlos. Estas habilidades emocionales son fundamentales para establecer una conexión más efectiva y compasiva en la atención a personas mayores. 

¿Qué son las Competencias Emocionales? 

La inteligencia emocional, según el psicólogo David Goleman, se define como la capacidad de reconocer, diferenciar y utilizar los propios sentimientos para guiar la conducta. Este conocimiento no solo se aplica al individuo, sino también a la habilidad de percibir los sentimientos de los demás a través de su temperamento y estados de ánimo. 

En el ámbito de las relaciones, la inteligencia emocional desempeña un papel crucial al permitir que las personas se conozcan a sí mismas, lo que facilita la empatía y la comprensión del impacto de sus acciones en los demás. Esta capacidad contribuye a establecer un ambiente armonioso, ayudando a gestionar las frustraciones y favoreciendo el crecimiento personal. 

En la formación del cuidador de personas dependientes, se incluye el desarrollo de la educación emocional para adquirir competencias en este campo. En el caso de usuarios con dificultades de comunicación, las emociones se convierten en una vía fundamental para comprender al paciente. 

Las reacciones emocionales, que suelen manifestarse de manera automática, proporcionan información valiosa sobre la persona que las experimenta. Estas respuestas están vinculadas a estímulos del entorno y generan cambios psicológicos que conducen a acciones específicas. Conocer las emociones de los pacientes permite al cuidador anticipar ciertas acciones y trabajar en fomentar o calmar estas respuestas. 

Es importante destacar la distinción entre emociones, que surgen de estímulos específicos de forma automática e innata, y sentimientos, que se desarrollan al interactuar con las emociones y conllevan autocontrol, permitiendo que el individuo tome decisiones conscientes. 

¿Cuáles son las 5 competencias emocionales esenciales para cuidadores? 

El modelo propuesto se diferencian cinco competencias emocionales cruciales en el cuidado de personas mayores y discapacidad: 

  1. Consciencia emocional: 
    Implica la capacidad de percibir, identificar y comprender las emociones propias y ajenas a través de expresiones verbales y no verbales, como la expresión facial, tono de voz y gestos. También incluye la empatía, la comprensión de las perspectivas de los demás y la interpretación de claves situacionales y expresiones culturales consensuadas. 
  2. Regulación emocional: 
    Se refiere a la capacidad de gestionar adecuadamente las emociones. Involucra comprender las interacciones entre emoción, pensamiento y conducta, expresar las propias emociones y regular sentimientos con impacto en el comportamiento. También implica enfrentar emociones displacenteras y generar conscientemente emociones agradables. 
  3. Autonomía emocional: 
    Incluye características y actitudes relacionadas con la autogestión personal, permitiendo a la persona ser sensible pero con capacidad de autoprotección. Esto abarca tener una autoestima positiva, capacidad de automotivación, asumir decisiones con responsabilidad, percibir autoeficacia emocional y afrontar resilientemente situaciones adversas. 
  4. Inteligencia interpersonal: 
    Se centra en la capacidad de construir y mantener relaciones positivas. Esto implica dominar habilidades sociales, comunicación efectiva, escucha receptiva, asertividad, actitudes prosociales y cooperativas, así como habilidades para prevenir y resolver conflictos. 
  5. Habilidades de la vida y el bienestar: 
    Destaca la capacidad para afrontar desafíos cotidianos y situaciones excepcionales de manera adaptativa y responsable, contribuyendo a una vida saludable y equilibrada. Incluye establecer objetivos positivos, toma de decisiones, búsqueda de recursos y apoyo, ejercicio de ciudadanía activa y disfrute consciente del bienestar. 

Ejemplos de Competencias Emocionales 

En el cuidado de personas mayores y dependientes, es esencial la habilidad para identificar las diversas emociones que los usuarios pueden experimentar y expresar de maneras variadas. Para comprender estas emociones, se han establecido tres sistemas de respuesta: 

  • La respuesta motora revela claramente las emociones en la apariencia física del individuo. Las reacciones se manifiestan a través de la expresión facial, gestos, movimiento o postura. Además, en caso de comunicación oral, el tono de voz también refleja las emociones del usuario. 

  • La respuesta cognitiva, de naturaleza subjetiva, se manifiesta en el comportamiento de la persona, ya sea de manera controlada o no. Este tipo de respuesta implica una interacción por parte del interlocutor, influyendo en la expresión emocional. 

  • La respuesta fisiológica, por otro lado, puede o no ser percibida por el cuidador. Puede manifestarse en cambios externos observables, como tensión muscular, sudoración o escalofríos, o en cambios internos que pueden pasar desapercibidos visualmente. Estos últimos incluyen alteraciones metabólicas, endocrinas, inmunológicas o viscerales, como el dolor de cabeza o de estómago. Reconocer estas respuestas fisiológicas contribuye a una comprensión más profunda de las emociones del usuario. 

La vejez conlleva desafíos inevitables, como el declive físico, deterioro cognitivo, aislamiento social y predisposición a enfermedades, impactando negativamente en el bienestar de los mayores. Además, enfrentan pérdidas afectivas, dificultades para reintegrarse socialmente y disminución de recursos económicos. 

Para afrontar estos cambios, es crucial procesar emocionalmente el envejecimiento, respaldado por apoyo social y motivación interna para valorar el presente. La inteligencia emocional se convierte en un recurso esencial en este proceso. 

A pesar de ello, muchos mayores no expresan sus emociones ni controlan sus pensamientos, permitiendo que pensamientos negativos dominen su vida. Educar en inteligencia emocional implica hacerles conscientes de cómo los pensamientos afectan emociones y salud, proporcionando recursos para adaptarse a los cambios y mantener la ilusión en su desarrollo personal.  Fomentar una madurez emocionalmente inteligente y positiva en los adultos mayores se refleja en un envejecimiento activo y saludable. 

Nieves Llevat | iFP
Nieves Llevat
Dpto. Comunicación de iFP